Blog: Los Matices del Autismo



De Psic. Ale Padilla junio 27, 2020

Hoy quiero contarte acerca de por qué me apasiona tanto el autismo. Comenzaré desde el principio, cuando yo era niña. Tuve la fortuna de asistir a un preescolar totalmente distinto a lo tradicional, llamado Taller Michel Corona, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México. Tenían una filosofía de integración, equidad y mucho respeto. Recuerdo perfectamente a una de mis compañeritas, que tenía Síndrome de Down. Me encantaba ver cómo se reía de sus propias travesuras, y lo cuidadosa que era a realizar cada una de las actividades. Recuerdo haberla observado mucho y disfrutar con ella cada logro.

En primero y segundo de primaria estuve en otro colegio, que lleva la metodología Pierre Faure, también en Guadalajara, y con una filosofía igualmente muy inclusiva. Había un niño con síndrome de Down y otro que estoy segura tenía Asperger, porque mis compañeros decían que era extraño. A mi me gustaba trabajar con los dos, de vez en cuando me tocaba estar con alguno de ellos en equipo y me encantaba su sentido del humor, lo creativos que eran, y la forma distinta que tenían para hacer las cosas. Aprendí mucho de ellos.

Muchos años después decidí estudiar la Licenciatura en Psicología Clínica, después de haber estado trabajando un tiempo como maestra de preescolar. Me llamó mucho la atención el poder aprender acerca de niños con capacidades diferentes, así tomé un diplomado en Problemas de Aprendizaje. 

Cuando me enteré que algunas de mis compañeras trabajaban en una escuela y guardería para niños con Autismo y Síndrome de Down, llamada Burbujas, no dudé en ir a solicitar empleo. Fue ahí donde surgió mi amor por ayudar a los niños con autismo. Aprendí muchísimo, desde el control de esfínteres, el manejo conductual, cómo elaborar programas de trabajo, sistemas alternativos de comunicación, pero sobretodo, el conectar con ellos y poder entender sus comportamientos y sus emociones a pesar de que muchos de ellos no hablaban. Era un trabajo muy gratificante, ya que los logros, aunque llevaban tiempo, eran enormes satisfacciones. Fue una temporada de muchísimo aprendizaje y crecimiento para mí.

Al terminar la Licenciatura y casarme, sucedió que la dueña de la escuela tuvo que cambiar de ciudad, por lo que me propuso que me quedara al frente. Me asocié con la mamá de uno de mis alumnos y estuvimos trabajando juntas por casi cuatro años. 

Fue difícil, porque pasé de estar todo el tiempo frente a grupo, trabajando directamente con los niños, a ser la administradora de una escuela, con todas las dificultades y presiones que eso conlleva. Adquirí experiencia en cuestión de liderazgo, y gran crecimiento personal, pero me alejé muchísimo de mi pasión, que era trabajar con los niños y como psicóloga. 

Durante esos años me embaracé y nacieron mis dos hijos, por lo que fue necesario tomar la decisión de dejar la escuela, y dedicarme a ser mamá. Sin embargo, no me fue posible quedarme en casa por mucho tiempo, y pronto surgió en mí la idea de crear una fundación para niños con autismo. Pensé que ahora si podría hacer lo que me gustaba, y además ayudar a muchas familias. 

Fue un camino difícil ya que no conocía mucho al respecto, y no tenía apoyo. Logré consolidar la fundación como una Asociación Civil llamada IDEA (Instituto para la Difusión y Estudio del Autismo). Por dos años estuve intentando recabar fondos para apoyar a las familias, pero no me fue posible debido a la gran cantidad de requisitos que existen para obtener ese tipo de recursos.

Un poco después comencé a dar clases en la Universidad Iberoamericana, y logré compartir parte de mis conocimientos con las alumnas de la Licenciatura en Psicología. Ellas me ayudaron a iniciar un proyecto de apoyo a mamás de niños con autismo. Arrancamos en el Centro Comunitario de la misma Universidad. Trabajábamos con un promedio de 20 mamás de escasos recursos que no sabían mucho sobre cómo ayudar a sus hijos y no podían pagar terapias, por lo cual decidimos capacitarlas lo mejor que pudimos para que se convirtieran en terapeutas de sus hijos. 

Logramos muchos avances, y además se creó una comunidad de apoyo entre ellas, en la que se daban consejos unas a otras, aunque tenían hijos de diferentes edades, con diferentes capacidades, y distintas necesidades, pero todos con Trastornos del Espectro Autista. Fue muy lindo cómo pasaron de sentirse completamente solas y perdidas, a poder afrontar todas las dificultades de sus hijos juntas. Terminó el semestre para mis alumnas, y yo continué con el proyecto el mayor tiempo que me fue posible, pero no pude seguir trabajando sin recibir ingresos, por lo cual tuve que tomar la decisión de buscar un empleo y, al poco tiempo, traspasar la fundación. 

Mi hijo mayor entró a preescolar y me invitaron a trabajar como maestra de inglés en su escuela. Ahí tuve la oportunidad de estar al frente de un grupo de 15 niños. Fue entonces que decidí estudiar la Licenciatura en Educación Preescolar, para aprender más acerca del manejo grupal, estrategias de enseñanza y los aprendizajes específicos de dicho nivel. Pude ponerme del lado de las maestras, y entender lo difícil que es atender las necesidades de un grupo al mismo tiempo que las necesidades específicas de un niño.

Después de dos años frente a grupo me ascendieron a Sub-directora, y tuve otras responsabilidades, entre ellas apoyar la integración de varios alumnos más a los diferentes grupos del preescolar. Me gustaba mucho mi trabajo, pero seguía sintiendo que me hacía falta poder ayudar a los niños con necesidades especiales de una mejor manera. Fue entonces que me dí a la tarea de buscar una metodología con la que pudiera lograr ese objetivo.

Investigando en internet y consultando con todas las personas que conocía del medio educativo, descubrí el Aprendizaje Basado en Proyectos, que es una metodología basada en las experiencias, perfecta para la integración educativa, y decidí estudiar una maestría en este tipo de educación. Tuve la oportunidad de recibir una beca en High Tech High, en San Diego, California, en los Estados Unidos y ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, tanto como alumna, como por todo lo que pude aprender y desarrollar en ese lugar. 

Cuando mis hijos se fueron a la primaria, tuve que dejar el preescolar y de nuevo ingresé como maestra de segundo grado en su nueva escuela. Por los siguientes dos años estuve capacitándome y aplicando lo más que podía en mi salón de clases, y después también como Sub-directora de preescolar y primaria en ese colegio. Ayudando a las maestras a integrar a los niños de una forma más efectiva, más completa y más intencional. Apoyando en la creación de proyectos adecuados para cada grupo, inclusivos en todos los sentidos; lo emocional, los aprendizajes esperados, y sobre todo, las habilidades a desarrollar por cada uno de los alumnos.

Mi tésis de Maestría se enfocó en las Prácticas Restaurativas, una forma de círculos de conexión diarios y de resolución de conflictos en la que se logra una mayor integración de todos los alumnos, así como de la comunidad. Fue maravilloso ver como todos pueden integrarse de una excelente manera cuando el ambiente, la planeación, y la intención están enfocadas en ello.

Ahora me doy cuenta que todo lo que he hecho en mi vida me ha traído hasta el lugar en el que estoy, siempre con la necesidad de ayudar a las personas, pero sobre todo a los niños con autismo y sus familias. He abordado todos los ángulos relacionados al autismo, y considero que es necesario llevar una metodología adecuada, un buen programa de trabajo, capacitación constante, trabajar con un terapeuta especializado, una escuela inclusiva, una maestra con la actitud adecuada, entre otras cosas. Pero uno de los factores más importantes para la adecuada integración y desarrollo de los niños con autismo, es el apoyo de sus padres, sobre todo el de su mamá, que por lo general es quien está a cargo de la crianza y las necesidades básicas del niño. Y es quien lo conoce mejor que nadie.

Me ha tocado trabajar con todo tipo de mamás y familias, en diferentes etapas del proceso de evaluación de sus hijos. Me he dado cuenta que mientras más rápido aceptan el diagnóstico, más pronto pueden lograr superarlo y avanzar en el camino de apoyar a sus hijos de la mejor manera. Por el contrario, cuando están tratando de buscar la “cura”, o de encontrar una persona que les diga que su hijo no tiene autismo, sin querer, retrasan el tiempo de la intervención, y no logran los mismos resultados tan pronto. 

Esto no quiere decir que cuando los niños son mayores ya no puedan aprender, sin embargo les será un poco más difícil. Ya que son los primeros cinco años de vida cuando el cerebro de todos los niños está mucho más activo y se crean las conexiones neuronales necesarias para aprender todo lo que es importante para ellos.

Es por eso que he decidido lanzar este proyecto de acompañamiento a mamás, en el cual planeo compartir todos mis conocimientos y ayudar a que se sientan capaces de lograr todos los objetivos que tienen para sus hijos, en cuanto a ser independientes y felices, y dejar de sentirse culpables y abrumadas. Todo lo que he vivido y lo que he aprendido de los niños con autismo y sus familias, me trae a este momento.Mi nombre, Alejandra, significa “la salvadora de la humanidad”, y es ahora que comprendo cuál es mi misión en esta vida. No puedo dejar este mundo sin salvar por lo menos una vida, sin ayudar por lo menos a un niño, sin hacer sentir mejor por lo menos a una mamá de un niño con autismo. Puedes conocer un poco más sobre mi proyecto visitando los demás artículos de este blog. O en mis redes como @innovautismo. ¡Gracias por leerme! ¡Nos vemos pronto!

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